sábado, 13 de septiembre de 2008

Deflación, inflación y la crisis de 1873

Vayamos por partes, deflación, inflación o todo lo contrario. Y sus efectos.

Primero quería comentar que a mi esto se me empieza a asemejar a la crisis de 1873-96. En cuanto a lo que tiene de relevo hegemónico de la potencia dominante pero también en cuanto a su efecto deflacionario. La crisis de 1873 fue producida por la caída de precios, unos por el libre comercio como en Francia a partir del acuerdo de 1860, y otros por la entrada de granos, carnes, lanas... desde ultramar aprovechando la revolución de los transportes. Lo que llevaba a reducciones de los precios de los productos agrarios y por otra parte a inversiones masivas en ultramar.

Al final, la crisis de 1873 acaba en un aumento considerable del paro, pero también con ganancias de poder adquisitivo por parte de los trabajadores. Más que nada, esa crisis supuso el nacimiento de una clase media obrera. Acompañada por las medidas sociales que se tuvieron que implementar para soliviantar al movimiento obrero como la seguridad social por parte de Bismack a mediados de la década de 1880.

Pero también trajo la idea de querer copiar a Gran Bretaña, la fase de copia colonialista de países como Alemania, Bélgica, Italia o incluso los USA, empieza a partir de esta crisis. Será el reparto de África, auspiciado por las ideas proteccionistas que se iban incorporando para sostener a una industria y una agricultura en caída y que debía colocar sus productos en las colonias. Es la época en que el PIB de la India colonial, pasa del 10% a un 1-2% con el hundimiento intencionado británico de la industria artesanal textil y la industria naval india para poder colocar los productos del Lancastershire.

Lo interesante es como la deflación de precios pudo finalmente ofrecer mejores capacidades de compra a las clases obreras. Pero claro, eso era si no se iban al paro. La competencia agraria hundía los mercados provinciales y esto junto a la competencia, hundía la industria.

Ahora pongamos China en lugar de Argentina, Australia o el Canadá del siglo XIX. Pongamos industria de consumo en lugar de granos y carnes. El resultado es un proceso de flujo monetario hacia los nuevos dorados de la producción. El final, el proteccionismo, pero también un periodo largo y complejo con crisis alternándose con cortas recuperaciones y deterioros sociales por 23 años. Pero también una mejora social de las rentas de trabajo y una expansión de las bases productivas industriales por Europa. A la vez, el fin de la hegemonía incontestable británica. Y por último, las nuevas potencias emergentes, Alemania, acabando enfrentándose a las viejas potencias Francia e Inglaterra en 1914.

Y ahora, después del discurso histórico, retomemos la cuestión de la inflación-deflación. La M3 ha caído espectacularmente al ritmo de las caídas de las materias primas. De hecho se supone que la M3 ha caído por el desapalancamiento, por la eliminación de deudas, por la eliminación de la actividad de préstamo. Recordemos como crece el dinero por medio de los préstamos y los endeudamientos por medio del sistema financiero de depósitos. Pues como los circuitos financieros están cortocircuitados pues acaba afectando al dinero final disponible, tanto para el consumo como para la especulación, y por lo tanto se acaba desinflando la burbuja.

Por lo tanto estamos en deflación por reducción de masa monetaria y por lo tanto el dólar tiende a subir por ser menos. Pero aquí hay que jugar con dos velocidades, la velocidad a la cual se desinfla la burbuja monetaria y la velocidad a la que se desinfla la necesidad de dólares.
La caída del comercio mundial tanto en volumen como en precios, supone la primera caída importante de necesidades de moneda. Pero la masa de monedas está sobretodo en los circuitos financieros, aunque los futuros en materias primas son una parte de los mismos. Sin embargo, los temas importantes, una vez rota la burbuja de productos financieros relacionados con los mercados inmobiliarios, podrían ser la deuda corporativa, la deuda pública y los mercados monetarios así como los mercados de swaps.

Por lo tanto si hemos de creer al funcionamiento normal de cualquier otra crisis de las anteriores, ahora es cuando se produciría un aumento en el valor del dólar y una búsqueda de valores refugios como la deuda pública norteamericana.

Sin embargo este proceso está regulado debido a que un encarecimiento del dólar supone la colocación de productos manufactureros y por lo tanto el mantenimiento de la demanda de materias primas globales para la producción fuera de los USA. El problema es que la demanda interna norteamericana no es la única que puede hacer frente a las demandas globales. Y por otra parte, las relaciones globales ajenas a los USA han aumentado considerablemente. Por lo tanto, la economía productiva norteamericana no se podrá poner en posición de locomotora de salida de la crisis. Es más, si la competitividad norteamericana se reduce por una mejora del dólar, sin variar las relaciones de intercambio, las empresas con actividad en USA se pueden ver mermadas como valores atractivos. Es decir, podríamos tener una espiral deflacionaria dentro de los USA con una reducción de actividad. Un dólar fuerte pero debido a la caída de la actividad y de los intercambios, del valor de los activos, de la caída de depósitos que dejaría en aumento la masa del M1 pero reduciría brutalmente el ratio M3/M1 debido básicamente a que las alternativas de retorno del dólar no generarían suficiente confianza en la actividad por parte de los inversores.

En definitiva, o bien se deja el ciclo natural subir el papel del dólar, lo cual incluso podría ayudar en parte al sistema financiero, mediante una deflación pero con la consecuencia de la destrucción de la actividad que acabaría con la caída de los bancos regionales y actividades interiores, o bien se presta a un proceso inflacionario por medio de la impresión masiva de billetes de tal manera que un aumento en la M1, aunque el ratio M3/M1 caiga, consiga parar en cierta manera la caída absoluta de la M3. Una deflación, tal como está siendo estructurado el esquema de relaciones mundiales, podría acabar con la actividad completa de los USA, tal como ocurrió en Japón en 1990. La deflación significa entre otras cosas, que la caída de los precios inmobiliarios aún tendría para mucho y por lo tanto el sostenimiento del sector financiero sería imposible. Pero el esquema de inflación podría generar la desconfianza masiva en el dólar y la caída final en una espiral superinflacionaria.

Desde luego, está complicado y desde luego no es para mañana la solución. De momento a esperar las elecciones, podemos ver un proceso deflacionario. Pero existe un problema también en este proceso deflacionario de las materias primas y es que a diferencia de otras crisis, los USA ya no son la parte más importante del consumo y por lo tanto, si la demanda global se mantiene, podremos ver topes en los precios de caída y de ahí un proceso de inflación y caída del dólar. Ya veremos como acaba esto.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Crisis, ¿donde estamos? Algunas pistas.

¿Donde estamos?

A mi me da la impresión de que hay mucha gente que habla y poca que sabe. Y que sabe de varias cuestiones.
En primer lugar me hace mucha gracia la pseudoizquierda o capitalismo pseudocaritativo del PSOE en la insistencia en que la crisis económica o desaceleración o como la llamen, proviene del exterior. En tal caso habría que saber cuales son las causas de la crisis en el epicentro del imperio. Y que yo sepa aun no he leído (leído porque escuchar por la radio o la tele me parece una pérdida completa de tiempo), nada explicativo concerniente a que va la crisis norteamericana.
Entonces ¿de que va la crisis norteamericana?. Si hemos de creer a aquel exprofe del IESE de web exitosa que terminó con columna quirical en cotizalia, esto iba de una cosa que se llamaba subprimes. Si, es cierto, las subprimes han tenido mucha importancia. Pero las subprimes se producen por la caída previa del sector inmobiliario. La idea de en Florida o Arizona o California, los vendedores y especuladores de viviendas, lo mismo que en España, que compraban para vender más caro en unos meses, encontraron dificultades para vender. Pero esto ocurría a partir de verano del 2006, ahí es nada.

El problema básico es que la caída del precio de los activos ya no podía servir para refinanciar los créditos. Las revisiones de hipoteca para que el valor del crecimiento del precio de la vivienda sirviera para mantener los ratios de consumo de la clase media norteamericana. Mayo-Junio del 2006 fue la clave. Dos acontecimientos, por una parte los problemas con el dólar donde las autoridades norteamericanas decidían no publicar la M3 y donde se daban cuenta de la estructuración de la economía global dejaba a países no demasiado amigos como China o Rusia, con inmensas reservas de divisas. Y por otra los primeros informes sobre las estructuras de financiación del sector inmobiliario como una inmensa pirámide de créditos, cuyo primer informe fue publicado en Febrero del 2006. Naturalmente, una vez que el sector hipotecario empieza a entrar en crisis, las peores hipotecas son las que primero empiezan a sufrir, es decir, las que tienen menores puntuaciones de crédito, las concedidas a personas sin grandes recursos, las llamadas subprimes y también las alt-a. Pero tenemos que entender que en USA, la economía del crédito, con muchísimas oficinas de crédito que incluso juegan al por menor, a prestar o adelantar cantidades pequeñas como avance de los pagos de los salarios o bien de los pagos de las ayudas. Estas agencias prestando al mismo tipo de consumidor que los dedicados a las subprimes, familias pobres de la clase trabajadora, afroamericanos, inmigrantes, minorías... Estamos ante una economía financiera dedicada al préstamo y al endeudamiento mientras que por otra parte, la globalización ayuda a la salida de factorías industriales de las multinacionales norteamericanas fuera del país. Junto a ello, la política fiscal de Bush de ayudar a los ricos reduciendo sus impuestos.
Las ideas de reducir los impuestos a los ricos por considerar que son los ricos los que pueden invertir en la economía y por lo tanto dinamizarla. La idea es cierta y se basa en las ideas de Reagan, salvo que la clase rica norteamericana no se ha dedicado a invertir en proyectos productivos. Todo lo contrario, han preferido subirse al barco de las inversiones financieras y de los negocios financieros en torno a la llamada FIRE, financieras, aseguradoras (insurence) e inmobiliarias (real estate).

Eso no quiere decir que la economía norteamericana no tenga cosas interesantes, el sector inmobiliario por ejemplo, solo alcanza entre el 5-6% del PIB. No se trata de una crisis inmobiliaria por exceso de producción sino porque los precios, o la espiral de precios sobre la que se basaba la economía FIRE, ya no podía ser asumida por las clases trabajadoras (work class y middle class). Se trata de una cuestión relacionada con la capacidad de la economía Norteamericana para mantenerse en la misma tónica de economía de endeudamiento y financiera, mientras el sector manufacturero se reduce a un 14% del PIB total.

Mientras pasa esto, otra presión se produce desde el campo del dólar, el aumento de los precios de las materias primas, primero como escape a la economía de burbujas, el crecimiento final en el 2007 de los precios del petróleo y de los metales, pero también el aumento considerables en los mercados de futuros del CBOE en maíz, trigo, soja... A ello se añade la ayuda que supone el anuncio del plan de biocombustibles anunciado por la administración Bush que supone el detonador adecuado para dirigir en la dirección adecuada los mercados alimentarios.

Pero también estamos ante la evidencia de la falta de credibilidad de los datos proporcionados por el gobierno norteamericano tanto en la inflación como en desempleo incluso en crecimiento. La intención de no publicar la M3 ya es todo un síntoma. En este caso si tenemos que hacer caso a los datos de shadowstats.com, la M3 solo habría empezado a caer desde principios del 2008 y aún así se mantendría en niveles más que importantes por encima del 10%.
Esta idea de la caída de la liquidez al ritmo de caídas en los endeudamientos y rupturas en las burbujas, apuntarían a una deflación. Solo que las ayudas para socializar a Fannie Mae (FNMA) y Freddie mac (FHLMC), o Bear Stearn y lo que queda, supone mantener las impresoras de dinero y la generación de deuda pública (la Fed solo imprime a cambio de deuda del tesoro), puedan acabar en superinflación.
Esa es la gran duda, si deflación o superinflación. Mientras que ya no son los tenentes de hipotecas basuras los que no pueden pagar sino las hipotecas primes, generadas por Fannie y por Freddie. Es decir, la crisis de insolvencia ha llegado a las clases medias con recursos.

Se trata pues de un estallido en la economía de endeudamiento en la que estaba estructurada la economía norteamericana desde la crisis de los años 70. Evidentemente la política fiscal y el déficit público generados por Bush tienen mucho que decir. Con Clinton, sin necesidad de inyectar mucha deuda ni muchos dólares, suponían un dólar fuerte y por lo tanto un petróleo y unas materias primas baratas. Considerar si los planificadores estratégicos de los USA han potenciado esta subida del petróleo vía caída del dólar, para endurecer las bases de la economía China o si ha tenido más importancia las ideas ideológicas de ayuda a la clase rica, no tiene importancia para los resultados finales. Aunque si que bastaría una revisión de las políticas fiscales para ayudar a solucionar muchas cosas. Aunque de momento lo que tenemos es una economía con graves problemas de insolvencia sencillamente porque la deuda norteamericana, tanto la federal como el resto de la pública, de las empresas y los particulares, alcanza cifras records de endeudamiento ya cercanas al 400% del PIB norteamericano. Una deuda imposible de pagar.

Para la economía española o la europea, estos problemas de la economía norteamericana tienen tres vertientes. Por una parte la evolución del dólar, por otra la relación del propio mercado norteamericano en la demanda de la economía alemana y en general de los sectores exportadores y por último en cuanto a las cuestiones relacionadas con las materias primas internacionales cotizadas en dólares, lo cual tiene mucho que ver con la evolución de las dos cuestiones anteriores.

Si vamos por parte, la primera consideración del dólar, hay que considerar el juego de los bancos centrales exportadores y acumuladores de divisas, los países del Golfo, Japón, pero sobretodo China y Rusia cuya capacidad de maniobra por ausencia de capacidad de presión política como pudiera ser en Japón o en los países del Golfo, pueden poner acento en requerir garantías extras a los norteamericanos. La tenencia de la inmensa cantidad de bonos de Fannie y Freddie por parte de las inversiones rusas o chinas, de los bancos centrales y los fondos soberanos en general exigen garantías. Seguramente esto es lo que está detrás de la intervención estatal en Fannie y Freddie pero también en la subida del dólar seguramente intervenida. La clave está en la capacidad de la Fed para mantener el cambio del dólar, sobretodo con la cantidad de dólares que deben estar liberándose de las burbujas del petróleo y materias primas, a pesar de la reducción de liquidez con anulación de deudas del sector financiero. Por lo tanto estamos en lo mismo, si vamos hacia deflación o hacia superinflación. De momento, entre las presiones de subida de producción de la OPEP y la caída de la demanda norteamericana responsable del 25% de la demanda global, los precios han caído lo mismo que en buena parte de las materias primas aunque manteniéndose altas. Parece que el nivel de 120 dólares es el considerado más adecuado para considerar un peligro importante para la economía real. Mientras la OPEP insiste en los como base mínima.
Lo que si que está golpeando a Europa en general es en la caída del mercado interno norteamericano, principal responsable de las desaceleraciones europeas. Pero estas desaceleraciones de las economías exportadoras no han sido demasiado importantes para España, tardan algo más de tiempo en contagiarse y seguramente lo harán más sobre las dos regiones españolas más exportadoras como País Vasco y Catalunya. Pero seguramente no empezará a notarse hasta finales del 2008 o principios del 2009.

Sin embargo, el problema principal, la duda sobre si vamos a una deflación o a una inflación, o si se empieza a ver el fin de los problemas en la economía de endeudamiento norteamericana, aun no tienen pinta de poder resolverse a medio plazo. Después, una vez visto hacia donde vamos, faltaría saber hasta donde y solo en esa ocasión podríamos empezar a ver la resolución de la crisis norteamericana. Sin embargo es bastante improbable que se haga algo primero hasta no saber quien va a mandar en Washington, lo cual supone despejar la duda sobre la política fiscal y después, ver si esos cambios tienen los efectos adecuados en la economía real, es decir, esperar al menos hasta verano del 2009 y solo para ver por donde vamos.

Todo lo anterior es sólo para dar cuerda a la idea de la pseudoizquierda capitalista del PSOE de que la crisis tiene un componente prácticamente externo. Pero queda la duda de a que se va a dedicar la economía española en los años de regulación de la demanda del ladrilleo. A la economía de endeudamiento copiada de los USA y patrocinada por el gobierno Aznar y no corregida por ZP en cuatro años, hay que añadir la crisis por exceso de producción en el sector ladrillero y por otra parte la falta de capacidad de relevos adecuados a la economía ladrillera. La economía ladrillera fue una salida aceptable a la desindustrialización y financiabilización de la economía española (junto a su papel de lavadora mundial de dinero negro) desde la entrada en la UE. La pregunta no es cuando se acaba la crisis norteamericana, que parece tiene pinta que para rato, sino cuanto tiempo después de la salida de la crisis global, tardará España para reestructurar algún tipo de economía efectiva.