domingo, 3 de enero de 2010

Economía, innovación y empleo

Continuando con el artículo anterior indagaremos un poco más sobre el papel de la innovación en la economía y el empleo.

Supongamos un hotel que decide cambiar buena parte de su personal de limpieza por robots. Puede que no todo el personal sea sustituible pero puede que si una mayoría de un 70%-80%. Suponemos robots que puedan entrar en una habitación, limpiar el suelo (como esos con forma de disco), adecentar el baño y recolocar o suplir jaboncitos, toallitas, el mueble bar… Puede que no puedan realizar todas las labores y que tengan problemas en situaciones no contempladas, pero no creo que sea muy complicado implementarlos mediante sensores de posición, de reconocimiento de formas y objetos y algunas programaciones de las funciones más simples y monótonas. Sería algo más complicado por ejemplo, hacer la cama, pero puede que encontremos una serie de operaciones simples que puedan ser implementadas sin demasiada complicación.
Mediante esta solución, nuestro hotel ha prescindido de un 75% del personal de limpieza y ha contratado alguien que se encarga del control y mantenimiento del sistema robotizado de limpieza. Puede que el sueldo de este nuevo puesto de trabajo sea superior al de un empleado normal de limpieza pero los costes ordinarios generales son mucho más bajos. Por supuesto que aquí hay que hacer las cuentas necesarias para que los números cuadren incluyendo costos fijos, mantenimiento, inversión y sustitución a largo plazo. Suponemos que en unos pocos años el cambio puede ser amortizado. Puede que dentro de la cultura empresarial del hotel haya otros cambios en la gestión y se encuentren nuevos retos o dificultades, pero a medio plazo encontramos una reducción de costes.

Recopilemos lo que se hace:
- Reducción de mano de obra barata
- Aumento de trabajadores más caros pero en mucha menor cantidad.
- Reducción de costes que no supone cambios importantes en el producto final ofertado.
- Inversión en productos de empresas tecnológicas que a la vez han supuesto carga de trabajo para la implementación del producto comprado.

Resumiendo, cambiamos mano de obra barata por mano de obra tecnológica cara pero en menor número.

Pero además nótese que la renta de trabajo final (tanto en la directa contratada por el hotel como en la de la empresa que realiza el producto y que se traduce en costes de inversión para el hotel) debe ser inferior a la inicial puesto que si no, la inversión no sería rentable.

Lo interesante es que en el total de este semiuniverso la renta de trabajo ha disminuido. Y que depende de lo que se produce en las decisiones del hotel con respecto a la ganancia en la disminución de coste. El hotel puede cargar esta disminución de costes a beneficios o bien reducir los precios o invertir en aumentar el servicio. En el primer caso, la reducción de renta de trabajo va a parar al aumento de renta de capital. En el segundo caso la reducción de renta de trabajo es compensada por la disminución de renta de capital en un proceso deflacionista que podría ser sano dependiendo del escenario global. En el tercer caso, todo dependería de si el aumento de servicios ofrecido por el hotel estaría relacionado con un aumento de renta de trabajo en ese servicio (por ejemplo ofrecer un masajista gratis que tendría sueldo equivalente a la reducción laboral en el servicio de limpieza).
El aumento en las rentas de capital también podría traducirse en un aumento posterior en la inversión en otros conceptos, en el propio hotel o incluso en consumo para sus accionistas.

Sin embargo nótese que la decisión de cómo distribuir la mejora de costes es decisión de la empresa por más que se podría influir por medio de incentivos o castigos fiscales.

En todo caso, considerar que las señoras de la limpieza forman parte de un colectivo de mano de obra barata no cualificada. Podría ser que dicha mano de obra fuera tan barata que fuera un incentivo a la contra para la inversión. Es posible que en ese caso, economías con fuerte diferencial de rentas de trabajo entre rentas bajas y altas, tengan menos incentivos para la inversión en tecnología de reducción de costes. (Aunque políticas de reducción de costes por medio de innovación no tienen que repercutir únicamente en costes laborales, se puede invertir por ejemplo en mejoras de rendimiento energético o de costes de otros servicios no laborales).
En el caso de que no haya demanda de este tipo de mano de obra es posible que no se pueda recolocar y por lo tanto pasamos a considerar una disminución de rentas laborales ya que esta mano de obra pasaría al paro.

El problema en todos los casos relacionado con la disminución de rentas laborales está en su incidencia total en el consumo final. Por lo tanto una disminución de rentas laborales en nuestro hotel puede terminar en suponer una disminución general en la demanda hotelera y la reducción de los márgenes finales. En este caso el entorno económico es importante. Si nos encontramos en una economía expansiva, la reducción de rentas de trabajo en mano de obra barata puede compensarse por la creación de otro tipo de empleo. Pero para la colocación de nuestras estimadas señoras de la limpieza es necesario que se mantenga el total de mano de obra barata o que disminuya lo suficientemente poco como para ser compensado por otros factores como jubilaciones de generaciones menos formadas, mejoras de formación…

En el caso de una economía en estancamiento, lo más probable es que la decisión empresarial sería trasladar la disminución de costos a una disminución de precios. Con lo que si una expansión de dicha política se produce en general podremos ver un aumento del paro. En principio debería ser compensado por una disminución en las demandas de salarios laborales que alimentarían una deflación controlada pero cuyo resultado sería que la mano de obra barata se abarataría hasta compensar las ventajas de coste que podría suponer la inversión en innovación pero que puede que pararía la espiral de despidos en el sector de mano de obra barata.

El problema se concentra entonces en la incapacidad de la mano de obra barata para ser flexible hacia tareas de mayor productividad. O bien en la incapacidad de las propias empresas en formar a sus trabajadores. En una economía de mano de obra barata abundante se tiene a la reducción general de la productividad por un lado, pero debería compensarse por una flexibilidad de la empresa para definir tareas sencillas especializadas que compensen la falta de flexibilidad de la mano de obra barata. Es por lo tanto necesario que las empresas puedan cubrir con mano de obra barata determinados huevos muy bien pensados. Por lo tanto se trata de que sea la propia empresa quien tenga muy claro las definiciones de las funciones, operaciones y formas de hacer en los procesos productivos. Si eso es así se puede detectar una tarea sencilla repetitiva que puede ser cubierto por mano de obra barata. En definitiva, la capacidad organizativa de las empresas es quizas más importante que la innovación en periodos de contracción. La innovación, si no tiene a una mejora de las ventas, cuestión difícil en contracción, puede tener a una deflación que por otra parte también puede ser una solución interesante siempre que sea ordenada en precios y costes.

En todo caso considerar como también en estos aspectos se puede entrever los límites del sistema ya que el crecimiento debería producirse de forma ordenada. De lo contrario, se pueden producir desequilibrios graves. Lo que sí que es seguro es que apostar por una economía de mano de obra barata en momentos expansivos y que esa mano de obra sea cubierta por extranjero no es muy buena solución.