martes, 27 de enero de 2009

Un debate desfasado: inflación vs deflación

La siempre acertada cassandra presenta también la dicotomía entre inflación y deflación. Algo que está en la mesa, quiero recordar, sólo desde el bajón experimentado por las materias primas desde el pico del petróleo de julio. A partir de septiembre del 2008 los planes de expansión monetaria han supuesto, al menos en propaganda y a simple vista, una expansión de la base monetaria. Al menos una expansión del déficit público. Desde Bronte cuentan que no es más que una fachada. La llamada trampa de capital, es decir, que los bancos tomen lo que se ‘imprime’ en la Fed o en otras partes del mundo, y lo vuelvan a colocar como depósito en la Fed en un retorno de suma cero. Lo que deja la cuestión de la deflación como vía segura de continuación. Bourne también aboga por considerar que los peligros inflacionarios tampoco son tan importantes. Aunque hay que considerar que en realidad, el crecimiento de la M3 norteamericana nunca ha bajado de una cifras elevadas y que desde noviembre, ese crecimiento vuelve a ser superior al del mes anterior.

Sin embargo hay que entender que entendemos por los peligros inflacionarios. Si la inflación está atada a un fuerte movimiento en los mercados básicos de materias primas, debido a la extensión de la crisis desde el sector financiero a la economía real. O si sólo se trata de un movimiento de tipo monetarista en función de las relaciones de movimientos de inversión y capital financiero. El comercio mundial cae pero no hay que olvidar que el comercio mundial es una parte sólo de los movimientos de capitales a nivel mundial, una parte muy pequeña, al contrario de lo que ocurría en los años 30. Por lo tanto, los peligros de tipo proteccionista no vienen dados por la protección de los mercados de productos, sino por los de capital. El problema es que los derivados y productos financieros creados, se basan precisamente en mercados de productos como petróleo, metales o alimentos. Que un contenedor de trigo vaya del Río de la Plata a Rótterdam mueve una cantidad impresionante de papelitos de fantasía en las pantallas de los ordenadores de los mercados de numeritos de Chicago. A veces multiplicando por mucho el valor de lo contenido. Si en un intercambio comercial sólo hay un intercambio una vez al mes (suponiendo un mes de viaje por ejemplo, de Buenos Aires a Rótterdam), en las pantallas esa mercancía ficticia, multiplicada varias veces en el número de contratos representados, además es intercambiada miles de veces. Luego claro, podemos hablar de multiplicadores de intercambio en las masas monetarias. En el fondo, el sistema financiero ha tergiversado, contaminado, dañado, los principios básicos de la economía. Ese apalancamiento financiero que algunos incluso defienden estúpidamente como creador de valor (como si el trigo se multiplicase por el camino), es el que está en deflación. A medida que el consumo se resiente, el deflactor de activos monetarios financieros y fantasiosos, también se desempalanca.

Pero desde diciembre las cosas han variado un poco. Los precios de los metales se han estabilizado, lo mismo que el petróleo aunque siga dando tumbos (no es una alta variabilidad una señal de cambio de tendencia clásico?), y la M3 medida por williams en su inapreciable shadowstats, ha roto la tendencia a la baja. Entonces de que estamos hablando? Tampoco se trata de volver a unos precios estratosféricos a corto plazo, de reventar una gran hiperinflación, sino quizás la calma antes de otra tormenta, esta vez sí, de tipo también deflacionario. Se trataría de la tormenta de dafults que llevarían a los países medianos a trasladarse hacia el dólar (al menos en teoría y según el plan de ruta de algunos), y a reapreciar de nuevo al dólar. Un dólar fuerte, al fin y al cabo es el contexto que se quiere mantener. Otra cosa es que se consiga a medio plazo. Por lo tanto, el indicador a considerar sería de momento el oil y el eurusd siendo el oro un indicador antimovimientos bruscos como los que se avecinan, tanto en el caso inflacionista como en el caso de dafaults deflacionarios. En todo caso creo que el debate inflación-deblación no es el más importante, sino el debate de los defaults soberanos.

Pero lo importante es dilucidar los movimientos en su orden, su amplitud y su tiempo lo más correctamente posible y por supuesto, quizás más importante, dilucidar los riesgos en la toma de decisiones sobre diferentes escenarios, buscando los puntos adecuados para desechar un escenario por otro o confirmar los mismos en su medida correcta a medida que vayan pasando. Lo de siempre, vamos.

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