sábado, 30 de mayo de 2009

Deslizarse por el filo de un cuchillo.

Tengo la impresión de que la situación actual a nivel económico, a nivel mundial o más concretamente occidental, se asemeja bastante a eso de lo peligroso de deslizarse por el filo de un cuchillo. Quizás también sería semejante a un acto de saltimbanquis circenses desplazándose por una cuerda a muchos metros de altura. Quizás es la actuación que tocaba, después del espectáculo circense de los trapecistas. Esos del más difícil cada día, del triple salto mortal de endeudamientos, desregulaciones, ingeniería financiera de nuevos productos de alto riesgo, liquidez, neoliberalismos mal entendidos.....Pero sobretodo la similitud con el hecho de que nos deslizamos por entre dos opciones de mucho peligro, y mantenemos un equilibrio inestable que en cualquier momento nos puede llevar a uno de los dos abismos, a cual peor.

Esta similitud no corresponde a una sola realidad sino a unas cuantas.

Tomemos un primer equilibrio en las relaciones existentes en las masas monetarias. La economía financiera se desapalanca. Las burbujas en materias primas cayeron en Julio del 2008, los inmuebles cayendo de valor aún no han tocado fondo, las bolsas y otros activos también han reducido su valoración, y en los mercados muchos actores como fondos de inversión o los propios bancos de inversión han reducido sus posiciones cuando no han cerrado, siendo mucho más conservadores. A la vez que los endeudamientos siguen estando ahí. Para evitar la caída en la M3 y la M4, la Fed se ha puesto a imprimir trillones (americanos) de dólares de base monetaria. La M1 sube y sube en su velocidad de creación de dinero mientras la M3 sigue reduciéndose. La Fed y el Tesoro quieren combatir la deflación inyectando al sistema dinero, mucho dinero, para intentar crear inflación. Equilibrio entre deflación e inflación pero donde los volúmenes han dejado de ser razonables. Todo es como una gran partida donde las apuestas están siendo dobladas para apostarse el todo por el todo en una sola jugada. Y donde los dos resultados de perder el equilibrio son o la gran hiperinflación o bien una gran deflación a la japonesa o aún peor. Pero sin embargo, de momento, se oye como se desliza el mundo y el dólar sobre el filo de la cuchilla.

Otro gran equilibrio de saltimbanquis, es la cuestión de la deuda. Los gobiernos se han lanzado a gastar, sobretodo en USA y también en España. La deuda española pasará del entorno del 35% al 72% del PIB. En USA, la situación es aún más compleja y agobiante. El déficit previsto supera el 12% del PIB, y no se espera que baje hasta un sorprendente 6% hasta de aquí a tres o cuatro años. Se espera en 10 años tener un déficit de cerca de 12 trillones de dólares, lo que doblaría la deuda pública aunque se espera que a la vez, el crecimiento económico doble el PIB durante este año. Pero todo ello no son más que previsiones. Que el déficit se mantenga controlado es algo difícil de lograr, que el PIB suba lo que tiene que subir también y así podríamos seguir con este juego de previsiones ‘oficiales’ que pueden descontrolarse por cualquier sitio. Lo cierto es que se juega todo a que la crisis no sea excesivamente larga a pesar de pensar que la recuperación será lenta. Para los optimistas se piensa en empezar a ver crecimientos positivos en el primer trimestre del 2010, los moderados quizás piensan más en el verano u otoño del mismo 2010. De ahí tanta obsesión por los green shoots que nuestra clase parasitaria política y periodística ha traducido como brotes verdes. Para todo el mundo es muy importante que la crisis no vaya a más o al menos que se empiece a controlar y por supuesto que se empiece a ver algún síntoma de mejora pronto. A eso se ha apostado, a una recuperación relativamente cercana. Por que si no es así, las previsiones de gasto seguirán elevadas pero a la vez los ingresos se mantendrán bajos y durante mucho tiempo, lo cual propiciaría un escenario como el crecimiento japonés de la deuda en los años 90. Y aquí no hay alternativas, y el abismo es único. La única duda es cual es su profundidad. Profundidad medida en la deuda pública total que podría dejar esta crisis sobre el porcentaje del PIB.

Pero existen más equilibrios peligrosos. Por ejemplo el precio de las materias primas. Si se confirmara una recuperación, aunque fuera muy débil, considerando como se están comportando los precios, podríamos considerar si no serían suficientemente elevados como para evitar cualquier tipo de reactivación de la actividad. Tomemos como ejemplo el petróleo, el cobre y la soja. En todos los casos, tanto en metales como en petróleo como en alimentos, los precios subieron de forma muy importante a partir de mediados del 2007. Una vez que ya se había desatado una crisis bursátil a raíz de los problemas de los fondos de Bear Stearn. Los precios del petróleo se dispararon desde la zona de 70-80 dólares el barril hasta 90 dólares a principios del 2008 y a casi 150 de pico en Julio. Los picos en los alimentos pincharon apenas unos meses antes y en los metales llegaron a la vez a su pico en verano, junto con el petróleo. El precio del cobre pasó de unos 5.000 dólares la tonelada a 9.000 para después descender en otoño hasta los 3.000. El precio del barril de petróleo aún fue más espectacular reduciéndose a un mínimo de 33 dólares barril en torno a Noviembre del 2008. Sin embargo, entre las medidas tomadas por la OPEP o las regulaciones de producción de los sectores productores, se está viendo una recuperación importante de todos los commodities, y el precio del petróleo como el de metales y alimentos están alcanzando precios previos al gran rallie alcista del 2007-2008. Es decir, lejos de tener precios de recesión, los precios se han normalizado hasta ser propios de un periodo de alta actividad como podían ser los años 2005 o 2006. Se puede aducir que los precios puede que aún se tengan que estabilizar o que el dólar ha caído en relación al resto de monedas desde un 1,20 dólares por euro, a 1,40. Pero a pesar de ello, los movimientos no son propios de un periodo de baja actividad. Y probablemente en el momento de indicios evidentes de recuperación de demanda podamos ver de nuevo dichos precios por las nubes. Aunque también hay que considerar los factores no de consumo-producción que afectan al precio: especulación financiera, políticas monetarias y evolución del dólar.

Todos estos equilibrios presentan una similitud en su influencia para tocar factores claros relacionados con la inflación y los tipos de interés. La bajada de los bonos de estos días, ha supuesto una subida en las rentabilidades que empujarían hacia un aumento de los tipos de interés generales. Es decir, una presión conjunta y en la misma dirección hacia inflación y subida de tipos. Lo cual dejaría el problema de asegurar una salida limpia de la crisis. Si a los primeros indicios reales ( y no de brotes verdes o amarillos que quien sabe de donde ha salido), de recuperacion podrían trabarse con estos problemas, podríamos ver recaídas y por lo tanto una dilatación nada tranquila de la salida de la crisis. Incluso para alcanzar problemas que nos vuelvan a meter en otro abismo diferente.

Otro de los equilibrios más delirantes de esta crisis tiene que ver con el sistema financiero. Es decir de la economía financiera. Ya sean bancos de inversión, fondos de inversión, sistema bancario... Es curioso observar como se han volcado la mayor parte de los esfuerzos en salvar a las entidades financieras cuando de hecho, estos sectores ocupan a una parte muy pequeña de la fuerza laboral y aún así no se ha librado el sector de despidos masivos, sobretodo en Wall Street y la City. Trillones (americanos) de dólares han sido dedicados a salvar a las entidades financieras. La excusa utilizada es que los problemas en el sector financiero han estrangulado el crédito necesario para que el resto del sistema funcione. ¿Un chantaje preparado? ¿Una necesidad sectorial? ¿Un agotamiento de la liquidez por culpa de los desapalancamientos? Sea cual sea la causa los sectores financieros se han llevado la parte del león de las ayudas. Ello ha tenido su razón, en la mala excusa del estrangulamiento del crédito pero también en el hecho de que el efecto de la crisis ha sido casi inmediato en los balances de todo tipo de entidad financiera o fondo de inversión. Básicamente por la capacidad de alta velocidad en el mundo de los movimientos de capitales. Lo cual ha sido también causa del rápido contagio a nivel mundial. Pero hay que considerar que la industria o las empresas de servicios que dependen de la demanda, tienen un salto de tiempo para que las consecuencias se trasladen al resto del tejido empresarial. Primero la actividad en los sectores como el inmobiliario pero después en el de bienes de consumo, bienes duraderos y bienes de inversión. Y en este caso, las consecuencias si que son las de millones y millones de trabajadores que pueden inflar las filas del paro. El sistema necesita un tiempo para regularse en los efectos de la recesión y de la bajada de actividad. Su velocidad no puede ir tan rápido como la del sistema financiero. Necesita una velocidad de ajuste diferente que además se retroalimenta con el aumento del pero y la reducción de la demanda en otros sectores. Y sin embargo, lo que hemos visto ha sido la toma de decisiones de las empresas industriales que no se ajustan a esta velocidad. El miedo inducido al sistema ha llevado en muchos casos a adelantar medidas y decisiones estratégicas sobretodo en la inversión de las empresas. Sobretodo debido a los problemas de financiación. Los estados han sido reticentes a realizar ayudas que puenteen el sistema financiero para otorgar ayudas y créditos. Se ha preferido intentar volcar la ayuda en los bancos para intentar que el sistema no caiga pero manteniendo el sistema. Lo cual está llevando a perder un tiempo precioso para la ayuda directa a la financiación de empresas con problemas de refinanciamiento. Pero esta crisis, es diferente de la velocidad a la que debería ir por causas del deterioro de la actividad general. Se está corriendo el riesgo de que la ayuda bancaria y los problemas del sistema financiero, enmascaren los problemas reales de la economía productiva que tienen que ver con una superoferta por encima de una demanda que se debilita y que se ha mantenido sobre las bases del endeudamiento masivo que ha llegado a su límite. Si las políticas sectorial como en el automóvil, anteriores a la crisis, dejaban claro que existía una sobreoferta que castigaba a los menos eficientes (véase el caso de las políticas de descuento de las automobilísticas de Detroit anteriores a la crisis, que dejaban sin margen las ventas), la crisis tiende a poner sobre la mesa los problemas que ya no pueden enmascararse y que obligan a reducciones de producción en todos los sectores. (No se olvide las relaciones que existen entre sectores, por ejemplo la menor demanda de automóviles supone una menor demanda de acero, la de aviones una menor demanda de aluminio, titanio o fibra de carbono, la de la vivienda, menor demanda de cemento, cerámicas, electrodomésticos....)

Otro de los equilibrios inestables de posible resultado abisal, está en la relación existente del dólar. El dólar por si mismo como moneda única de reserva y su papel político en el mundo. Para la política del dólar es fundamental mantener abiertos al máximo posible las relaciones comerciales internacionales. Estos asuntos tienen un elevado componente geopolítico o economicopolítico de tipo internacional, relacionado con los instrumentos de dominio de la potencia norteamericana creados desde finales de la Segunda Guerra Mundial y modificados a partir de los años 70. La políticas de moneda de reserva llevan al dólar a ser comprado en épocas de crisis. Sin embargo las políticas de emisión y de déficit público gigantesco además de los cambios en las relaciones económicas mundiales, llevan a un replanteamiento de la situación de la divisa del dólar, que pueden poner en aprieto su papel futuro o incluso ser objeto de una depreciación sin precedentes y a cambiar su roll de moneda de reserva.

Por todo ello las apuestas están siendo muy arriesgadas. Se apuesta por una salida de la crisis (aunque fuera a costa de una lenta recuperación), por un apoyo al sistema financiero, por el aumento sin control de los déficit públicos, por políticas conservadores con relación al dólar o por no considerar la crisis global de sobreproducción. Cuestiones todas ellas difíciles de considerar como algo de evidencia cierta.

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