miércoles, 8 de abril de 2009

Capitalismo y supracapitalismo.

No está de más volverse a leer el capítulo 2 del Libro II de La riqueza de las Naciones: Del dinero como rama especial del capital. En general todo el Libro II de Adam Smith puede hacernos pensar bastante en cuestiones de crisis monetarias, financieras, económicas y semejantes.

Adam Smith escribió en el último tercio del siglo XVIII. En Escocia, los bancos habían establecido ya firmemente la emisión de papel moneda. No hay que olvidar las crisis económicas acaecidas a principios del siglo XVIII, precisamente debido en parte a este fenómeno.

Smith vive en un mundo nuevo donde todavía el dinero se pesa en oro y plata, aunque precisamente este capítulo 2, nos habla de la importancia del incremente de la masa monetaria mediante este nuevo artilugio de la época. Hoy en día, el papel de estos bancos privados que emitían pagares a cuenta como papel moneda, queda limitado a los bancos centrales. Pero el respaldo en el oro y la plata ha desaparecido. Sin embargo hay muchas nociones de la obra de Smith que sacuden por ser tan enormemente actuales y la vez lógicas, o quizás chocan por ser lógicas y haber dejado de ser actuales.

Smith justifica y defiende estas emisiones de papel moneda como una forma de extensión del crédito que promueve el comercio. Y es en la explicación de los circuitos comerciales donde está toda la lógica económica de Smith. Es decir, Smith dice que la poder disponer de más dinero, los comerciantes pueden ampliar sus circuitos comerciales, pueden ampliar su circulante, pueden dedicar todo su capital a la inversión, pueden fabricar más.... Es decir, la idea de que la utilidad del dinero es realmente la de alimentar los circuitos de oferta y demanda. El dinero es el necesario para que las empresas paguen a sus trabajadores, estos paguen por los productos consumidos, se pague el ocio de las clases rentistas y quede para las necesidades del capital, es decir, para la renovación o mejora de maquinaria y el circulante necesario para ir fabricando. A esto lo podemos llamar el circuito capitalista.

En este circuito capitalista no es necesaria que la cantidad real de dinero en circulación sea equivalente a todos los intercambios, puesto que el dinero va circulando y pasa de mano en mano y vuelve a pasar. Es lo que se llama velocidad de circulación del dinero.

Sin embargo Smith también pone las bases (y explicaciones a crisis bancarias del siglo XVIII), sobre la utilización de papel moneda por parte de los bancos. En primer lugar, asombra que ya Smith definiera el papel multiplicador de los bancos en la creación de dinero. Aunque lo hace a partir del ejemplo de emisiones de papel moneda a partir de su capital. De tal manera que los bancos puede emitir todo el papel moneda que le dejen sus depósitos. Si emitiera más de lo necesario para mantener el circuito comercial capitalista, este papel moneda volvería a revertir al banco que debería reponerlo con su oro y plata, y esto causaría un quebranto ya que la idea de que se debe mantener unas tasas de depósito constantes para garantizar las demandas de ventanilla, haría que ese oro y plata debería ser repuesto para evitar situaciones de impago que podrían acabar con la retirada general de depósitos por pánico.

En el fondo Smith considera que debe haber una regulación natural en esta capacidad de crear moneda nueva, en función de si puede ser colocada en el mercado o no, es decir, en los circuitos naturales comerciales de consumo.

Hasta aquí, leyendo a Smith podemos entender el mundo clásico del capital. El llamado capitalismo. Un término que podría ser adecuado en el siglo XIX (cuando Marx escribió el capital) pero que hoy en día dudo mucho que lo pueda ser. El capital se refiere, lógicamente, a una de las tres formas de creación de riquezas que define Smith junto con la tierra (el siglo XVIII todavía es un mundo agrario) y el trabajo. Capital se puede definir como el entramado empresarial actual. Y el siglo XIX se puede identificar de una forma simple, con la factoría industrial. Hoy en día con la terciarización de la economía, capital se puede identificar con empresa. Es decir con todo aquello que pueda colocar oferta (no laboral) en el mercado.

Hoy en día, el mismo circuito comercial de antaño está presente y se puede hablar de mundo capitalista, empresarial (sería esta una terminología más realista), de mercado... Este mundo es el que es conocido por la mayoría de la gente de a pie, el mundo del trabajo, el mundo de vender (oferta), el mundo de fabricar, el mundo de comprar... En este mundo ya no se ven denarios de plata o guineas de oro, a cambio tenemos unos maravillosos papelitos no respaldados por nada, que parece que sean mágicos.

Smith sin embargo nos dice que si esos papelitos eran más de los necesarios, el público como es natural, optaba por ir a cambiarlos por su oro y su plata y teníamos un primer regulador. Ahora no pasa nada de eso. Las cuestiones relacionadas con ese mundo del dinero pasan a ser algo desconocido para la mayoría de la gente de la calle. Incluso para los estudiantes de economía. Es lo que podríamos llamar SUPRACAPITALISMO.

Lo primero que hay que considerar es que aparte del circuito de oferta y de demanda existe clásicamente otro circuito de ahorro e inversión. Donde es la banca quien ejerce de mediador. Históricamente los banqueros descubrieron que si guardaban los ahorros de la gente, estos ahorradores solo venían de vez en cuando a buscar al algo de su dinero. Así que no era necesario mantener todo ese dinero guardado y podían dedicar buena parte del mismo a ‘trabajar’, es decir a prestarlo a quien lo necesitara.

La idea de crédito al consumo es relativamente reciente, concretamente de los años veinte en USA y se generaliza a partir de la II Guerra Mundial. Así que en el mundo clásico se presta dinero a grandes necesidades, normalmente al estado (al rey de turno para sus guerras). De esta manera se puede decir que el papel del estado en los circuitos económicos siempre ha estado presente. Pero además, se podía prestar a aquellas actividades económicas que pudieran producir un margen superior al de la deuda. Es decir, por ejemplo a las actividades mercantiles y comerciales (por ejemplo eso se hacía en la Atenas de hace 2500 años o en la Italia de hace 800 años). A partir del siglo XIX, además, se realiza en el sector industrial. Y en siglo XX y XXI, en cualquier sector empresarial.

Por lo tanto, el ahorro de unos (tanto de rentas de trabajo como de capital) suele ir o bien a créditos de consumo, a créditos de capital o bien a créditos al estado. Aunque el estado también puede considerarse como gastos en inversión (obras públicas por ejemplo) o gastos en consumo (pensiones, empleo público en el caso que se gaste todo en consumo, guerras...).

Sin embargo a efectos económicos se suele considerar que el ahorro válido es el que va a la inversión y se suele identificar ahorro con inversión. Más que nada por cosiderarlo algo global. Es decir, el conjunto de las rentas que no se consume no entra en el primer circuito capitalista de mercancías o servicios sino en otro de capitales. Por lo tanto, lo que se considera ahorro en términos de las rentas de una sociedad o país, no es exactamente la suma de depósitos bancarios.

Sin embargo, lo que es interesante es que este segundo circuito es un poco diferente del circuito de consumo. El mercado de capitales no se define tanto por el libre mercado sino que además entran otras variables como son las tasas de depósitos, tasas de ahorro, apalancamientos bancarios, tipos de interés, bases monetarias... Este segundo circuito de los mercados de capitales es lo que se puede llamar supracapitalismo.

Quizás es un poco artificial considerarlo como un circuito diferenciado. Aquí está una de las consideraciones a tratar y desentrañar más interesantes. De hecho por ejemplo, se tiende a considerar que los mercados internacionales comerciales y los de capitales, un cierto paralelismo al menos oficialmente. Se tiende a considerar que por ejemplo, las tasas a pagar en los circuitos internacional deben de ser las mismas, mientras que muchos teóricos defienden que no debería ser así y debería existir una división entre la circulación libre de capitales y la circulación de libre comercio.

El problema aquí es que el circuito inicial que debería basarse simplemente en la regulación de renta sobrante hacia la inversión, consigue crear una serie de ‘cosas’ nuevas que crean lo que se puede llamar supracapitalismo.
¿Debemos considerar a las acciones o los bonos como productos de demanda o son productos de ahorro? Lo mismo puede preguntarse un montón de productos de tipo financiero. Sin embargo, aunque por ejemplo las acciones irían a parar a la inversión por ejemplo en una ampliación de capital, pero la mayoría de los intercambios se producen entre particulares ya existentes en el mercado. En cierta medida es parecido a los créditos al consumo entre consumidores que gastan una parte del ahorro.

El mundo supracapitalista de los mercados de capitales no tiene ningún tipo de limitador desde el abandono completo del patrón oro en 1971. Desde entonces la economía financiera ha sido el motor más importante en algunas economías como la de USA. Sin embargo tiendo a pensar que esta falta de limitador frente a la voracidad de los estados, en uno de los dos aportadores de dinero en el circuito. El otro sigue siendo la capacidad de los bancos para convertir dinero a partir de deuda o como multiplicar los depósitos de ahorro en dinero.

Este circuito de capitales, como se ve, es más complejo que el circuito propiamente capitalista de oferta y demanda de productos y servicios. Y la acumulación de dinero solo tiene una posible salida a través de la inversión en capital, es decir en empresas de carne y hueso. Todo lo demás, debe ser digerido dentro del circuito. Por ejemplo con la creación de nuevos productos financieros, (CDSs, derivados, swaps...), con la ‘financialización’ de mercados como las bolsas, los mercados de materias primas (por ejemplo con mercados como el del oil que contienen derivados y contratos que multiplican por mucho la cantidad del subyacente que comercializan)... En todo caso una buena cantidad del dinero que se mantiene, crece y se multiplica, en los circuitos del supracapitalismo, se suele quedar allí, manejado por agentes, nuevos y viejos, propios de este circuito como pueden ser los mercados interbancarios, intercambios entre bancos centrales, movimientos entre agentes financieros varios... Dentro de estos intercambios nada tiene que ver con la economía real sino entre agentes meramente financieros. Los mercados de CDSs o el Forex de divisas, se convierten en gigantescas bolas de dinero que mantiene distraída a buena parte de la masa monetaria convertible. A ello se suman las fabulosas rentabilidades de las empresas financieras acumuladas años tras año, que tienden a ser el doble o incluso el triple de los beneficios de las empresas no financieras. Todo un indicador de que algo va muy mal en la relación del sistema del supracapitalismo o de los circuitos de capitales por encima de los circuitos capitalistas.

El problema es que el dinero proveniente de estos mercados de capitales, es el mismo que el utilizado en el circuito primario económico y por lo tanto las tensiones en el circuito supracapitalista afectan al mundo económico real. El estallido de burbujas en los sistema financieros afecta mucho más al sistema económico que no al revés. Sin embargo, dada la naturaleza de la mayoría de los mercados de capital que deben asentarse en algo sólido, (como el mercado energético o las bolsas), las caídas reales pueden desapalancar fuertemente estas grandes estructuras supracapitalistas y financieras realimentando a la vez los problemas.

Intentaré desarrollar para otro día, más la parte de los circuitos financieros y relacionarlo con la crisis actual y con indicadores clásicos como inflación, deflación, estagflación... en función de la relación entre las masas monetarias, tipos de interés, tasas de ahorro y caídas de rentas.

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