El segundo factor dominante son las condiciones de deterioro de la economía mundial desde las dos variantes de elevación de los precios del petróleo y en general de las materias primas y por otra parte los problemas financieros con raíz en los USA.
Al ser España una economía abierta y dependiente de las decisiones de política financiera y en general regulatoria, decidida por los organismos internacionales dependientes de occidente, su economía de capitales está abierta a los flujos e influencias provenientes de la economía global liderada por Wall Street y el dólar.
Los casos más sangrantes provienen de lo antes indicado, del crecimiento inflacionista del petróleo y de las convulsiones de crédito contagiado a Europa por medio de la venta de productos derivados empaquetados a los grandes bancos de inversión. El sistema bancario español no se ha visto muy contaminado por estos productos puesto que la necesidad del mercado español estaba más que nada en importar capitales financieros y no en comprar productos foráneos de alta rentabilidad. En cierta manera, la demanda hipotecaria y el calentamiento de los créditos internos, del consumo por endeudamiento del sistema español, semejante al de USA es esta estructuración cuando no más acusado, ha prevenido una contaminación directa a los bancos españoles, pero no se ha podido evitar, que la contaminación a las grandes entidades del área euro haya supuesto una restricción del crédito general.
En todo caso indicar la extrema dependencia del petróleo de la economía española. Por una parte en cuanto a la factura de las centrales eléctricas térmicas de fuel oil que es relativamente baja en el total de las necesidades energéticas (el 14% de las necesidades energéticas son de generación eléctrica, el resto se reparte entre transporte, sobretodo por carretera y consumo personal y necesidades de gas de consumo privado o empresarial, y algunas calderas industriales de fuel oil). En general la gran dependencia energética del petróleo se basa en el uso del transporte por carretera o por avión. En España, los dos grandes planes de infraestructuras, el de autovías de la etapa Felipe González, y el del AVE, no solo no tienen en cuenta la necesidad real sino que inciden en planteamientos de gestión trasnochados. La diferencia con Europa está en dos aspectos, por una parte en Europa existen redes fluviales de transporte de mercancía utilizadas desde tiempo inmemorial. Incluso el transporte marítimo costero tiene un diseño auxiliar en el transporte de mercancías. Por otra parte, la utilización de densa red de transporte ferroviario de mercancías.
En España se mantienen los problemas habituales de falta de una red alternativa al transporte por carretera de camiones, y la falta de conexión por medio del diferencial de ancho ferroviario, con el resto de Europa. Las consecuencias es que los transportes de carreteras en los dos ejes de comunicación básicos, el eje costero Mediterráneo y el eje del Ebro, se produce básicamente por carretera con la dependencia del petróleo.
Por otra parte, en otras de las ‘patas’ de la economía española, el turismo de sol y playa dependiente del transporte aéreo y sobretodo de las low cost. Aunque el coste del combustible no es dramático en las estructuras de coste por asiento si que no ha dejado de crecer y puede incidir en los costes finales de algunos porcentajes de turismo, aunque no estimo que en demasiado. En ese sentido es más importante la guerra de competencia entre las grandes empresas, y el petróleo es un factor que está decantando la reestructuración del sector con lo que finalmente el resultado no puede ser otro que un aumento de precios.
Evidentemente, el aumento del coste de transporte por carretera actúa de correa de transmisión para la subida de precios finales. A lo que hay que añadir el aumento de los costes de transporte de mercancía por contenedor (el triple en los últimos años), y los costes en otros sectores como el pesquero o el agrario y en general en el uso de maquinaria industrial o agraria.
Sin embargo el factor fundamental de la crisis actual proviene de la subida de tipos de interés del BCE. A sido el factor fundamental siguiendo los movimientos de la Fed en USA. La Fed realizó una política de subidas de tipos desde un 1% a un 5,25% y posteriormente una rápida bajada desde el 5,25% al 2%. El BCE, acompañó en la subida antiinflacionaria de la Fed desde el 2% al 4%, pero en lugar de reducir los tipos ha terminado aumentando hasta el 4,25%. En general, lo que denota es una falta de capacidad para utilizar los instrumentos monetarios básicos. Lo cual sería comprensible en economías altamente integradas con un ciclo y una composición bastante coincidente como las economías del Norte de Europa continental dependientes del ciclo alemán. Pero para los países periféricos del área euro, la variación del ciclo supone la necesidad de tener que asimilar el ciclo regional al ciclo general alemán. En este aspecto no se ha realizado ninguna labor de preparación para el ciclo alemán. En parte porque de haberlo hecho hubiera significado quitar fuerza al diferencial de crecimiento español por medio de reformas como el enfriamiento del sector constructor y el fomento de sectores exportadores. El resultado será la necesidad de acompasar a la fuerza, el ciclo español al centroeuropeo y por lo tanto una caída más brusca que la de Alemania u otros países Europeos. La solución sería la búsqueda de políticas de paso que podrían aligerar el ciclo bajista pero considerando que sólo podrían ser posibles temporalmente. El resultado es que o bien la economía española se acompasa el modelo alemán o bien se deberá realizar una salida del euro y recuperar soberanía y flexibilidad monetaria.
Si la permanencia en el euro ha permitido a la economía española no tener que enfriarse al ritmo de los déficit por cuenta corriente peligrosos que ya haría tiempo que hubieran forzado la devaluación de la peseta, ahora podría ser que España se encontrara en una decisión de tener que ser rescatada por el euro, provocando un elevado peligro de inestabilidad monetaria y por lo tanto poniéndose en el punto de mira de las economías centrales. ¿Podría una crisis monetaria española arrastrar a Europa a una crisis importante? La respuesta es que el riesgo de que eso pase es elevado o al menos lo suficientemente elevado como para tenerlo en cuenta.
Otros riesgos inflacionarios en una economía globalizada como la española también suponen serias amenazas en sectores concretos de la economía, como lo poco que resta del manufacturero o el agropecuario. La única ventaja en las importaciones es el alza del euro frente al dólar que permite mantener un cierto poder adquisitivo en las materias primas y reducir los efectos inflacionarios globales, pero eso supone también un problema para las empresas exportadoras. En principio puede suponerse que la estructura española reduce la importancia de las exportadoras manteniendo un déficit por cuenta corriente y comercial importante. Pero es precisamente por eso que es necesario fomentar el sector exportador o al menos garantizar que mantenga su poder de exportación.
En estos momento, hay una duda importante en si la situación global pueda ir hacia una deflación o hacia una estanflación. La duda está en el comportamiento de las materias primas y sobretodo en el papel del dólar. No hay que engañarse con respecto al papel de la Fed. La Fed no baja tipos para mejorar la actividad económica sino para aliviar a los bancos y a sus deudores y evitar un colapso financiero. La cortocircuitación de algunos circuitos financieros, como el crédito, no ha de hacer olvidar la existencia de grandes masas primarias de M1 y M2. La reducción en la masa monetaria, tanto por reducción de la velocidad en las transacciones como por la eliminación de deuda podría ser temporal. Esta es la duda principal. Si esta eliminación de crédito puede llevar a una deflación como el caso japonés de principios de los 90, o bien si es sólo temporal y una vez se toquen los soportes y suelos en la caída del petróleo se continúe la tendencia al alza. La cantidad de dinero que está incorporando la Fed para evitar el colapso del sistema financiero ayudan a pensar en un mantenimiento sostenido del riesgo inflacionista junto con una pequeña desaceleración de China y su efecto deflacionista global. Lo cual podría llevar a una situación o un punto a partir del cual la hiperinflación empiece a ser un riesgo global y real. En todo caso, la apertura de la economía española y los compromisos adquiridos para formar parte de esta globalización junto con los grados de libertad perdidos como el caso de la política de tipos de interés, ha de suponer que colocará a España en el centro del huracán.
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