jueves, 28 de agosto de 2008

¿Sanciones a Rusia o políticos paranoicos?

La psicosis de los occidentales y como se está suicidando el mundo occidental. El caso ruso.

O las cosas se empiezan a calmar por parte de los políticos norteamericanos y los europeos dirigidos desde Washington, o pueden suceder cosas muy contraproducentes para Europa y USA.

En primer lugar considerar que el mapa del Caucaso YA ha sido modificado. Nada va a cambiar la decisión rusa y la capacidad rusa de considerar Osetia del Sur y Abjasia como socios, protegidos e incluso parte integrantes de la Federación Rusa. Un nuevo ataque militar contra dichos emplazamientos no es admisible, no es factible a no ser que o bien se vuelva a repetir la derrota georgiana o se admitan los riegos de un peligro nuclear. Cualquier tipo de cálculo por el cual un ataque directo a estos territorios no supondría la respuesta contundente rusa, hay que considerarlos sin apenas probabilidades.

A partir de ahora, para Rusia la agenda debería ir hacia la petición de entrada de dichos territorios como repúblicas asociadas dentro de la Federación. La fórmula puede ser muy flexible, se pueden realizar entradas graduales pero siempre dentro de la consideración de dichos territorios como parte integrante de la Federación. Por lo tanto no valen los boicots o los bloqueos o cualquier otra consideración sobre dichos territorios sin considerar que se hacen directamente sobre Rusia. El plan de integración podría ir desde una integración parcial en menos de un año a una integración completa dentro de unos cuantos años por medio de un referéndum y quizás evitando el mantenimiento de una asociación que podría desmembrarse como lo fue la URSS.

El ejemplo es interesante en relación a otras regiones importantes de Europa. Naturalmente el miedo hoy en día está en Ucrania. La pequeña Transdnitria está demasiado alejada, es demasiado pequeña como para considerarla fuera de un consenso que bien se puede obtener a partir de la crisis actual pero que no es necesario. Mayor preocupación tienen los gobiernos regionales del Este y Sur de Ucrania, de población plena rusa, con un 40% de la población y el territorio ucraniano incluyendo Crimea o la región del Don y del Donetzs. Los estallidos autonomistas podrían tener la misma consecuencia desestabilizando Ucrania y forzando una solución soberanista de cara a traspasar grandes zonas de Ucrania, directamente a Rusia. Pero desde luego que tal proceso no puede ser decidido sin antes una voluntad firme de la propias regiones involucradas, la formación de un conflicto interno que sería finalmente resuelto de alguna manera manu militari. La resurrección del nacionalismo ucraniano y el propio carácter de los partidos de la ‘revolución’ naranja suponen que el péndulo puede decantarse del lado del movimiento de los nacionalismos rusófilos en el Este y Sur de Ucrania.

En todo caso, este es un conflicto del cual aún hay mucho que decir y que hacer para que se realice.
Más interesante resulta el empecinamiento de USA y la UE de querer ‘castigar’ a Rusia. Las paranoicas declaraciones de miembros de la política tenidos como serios, parece que solo tengan un solo objetivo, infundir el miedo en la población en contra de Rusia. O bien eso o es que realmente son unos paranoicos neuróticos con un ataque extra al verse superadas sus expectativas de agenda por el movimiento ruso.

La gran duda que queda de toda la crisis georgiana es si el movimiento ruso entró dentro de los cálculos de la agenda o no. Es decir, que como un juego de ajedrez, el movimiento ruso estaba previsto (o al menos dentro de la horquilla posible) y si eso permite los siguientes movimientos de la agenda de guerra occidental o no.

En todo caso, y en caso de considerar que los llamamientos de los ‘líderes’ europeos como Sarkozy o los ministros de exteriores de Gran Bretaña o Francia, a favor de sanciones y todo tipo de castigos hacia Rusia, vaya realmente en serio, aparte de preguntarse por la salud mental de los políticos se debería pensar si realmente sería o no un castigo y como alteraría el orden mundial.
Si realmente los políticos se creen lo que dicen es que realmente la agenda ha sido seriamente alterada y todo ha saltado por los aires provocando estas reacciones viscerales tan impropias de ministros de exteriores o de políticos bregados en mil y una treta. Por lo tanto hemos de considerar si realmente la idea final es la cara a la galería de poder someter a Europa a un temor infundado de nuevo por un ‘que vienen los rusos’. Esta preparación ideológica de la población es necesaria para una serie de medidas que de no ser así podrían ser netamente impopulares y sobretodo ideas de rearme, guerra fría, negocios militares, aislamiento de un bloque económico rival que empieza a emerger, aislamiento de los órganos ‘mundiales’ de control imperial... Las ventajas de mantener al pensamiento social ciudadano alejado de los rusos por temor, son múltiples. Desde mantener a Europa en los brazos defensores de los USA hasta coordinar nuevas políticas agresivas en aras de la ‘defensa’ común. Todo ello negocios de Washington y de las elites europeas pero no desde luego de los ciudadanos en los que teóricamente reside la soberanía (que risas).

Veamos por ejemplo el tipo de sanciones con los que se amenaza a Rusia. La supresión de la colaboración con la OTAN. En este caso la colaboración es para el desarme, para mantener los arsenales nucleares dentro de los requisitos de los tratados internacionales y que por ejemplo reducir los arsenales lo suficiente como para que algo parecido a un escudo antimisiles tenga alguna posibilidad de reducir los daños de un ataque nuclear a bajas asumibles (lo cual es un absurdo completo pero que por alguna razón, seguramente monetaria, está dentro de la agenda del pentágono).

Otra de las sanciones es la colaboración en el G8. La entrada de Rusia en el G8 se produjo en la era yeltsin como una especie de favor para tener al oso ruso atado mientras se intentaba saquear el país por parte de las multinacionales energéticas y financieras occidentales. Hoy en día, cuando a Rusia ni siquiera se la invita a hablar de temas de finanzas cuando seguramente su economía ya haya superado a la canadiense y esté a punto de hacer lo mismo con italianos, franceses y británicos, no tienen demasiado sentido. No contar con Rusia en un foro de tipo político quiere decir que las decisiones tomadas por los otros siete, aunque pueden ir algo más lejos, pueden contar con un rival temible si afecta a terceros países. Quizás la idea es invitar a China o a la India en lugar de Rusia, en un intento de actuar como lo hizo Nixon en 1971 a raíz de la derrota en Vietnam. Veremos como acaba el asunto pero lo más probable es que digan que no.

El factor más interesante es el rechazo para la entrada de Rusia en la OMC. Rusia pidió entrar en la OMC en la era Yeltsin en 1995. Pero desde que está Putin en el poder no se han llegado a acuerdos adecuados. A Rusia realmente, ¿le interesa entrar en la OMC?.
La OMC es una reunión de países donde se formulan cuotas globales de producción y marcos adecuados para las normativas del comercio global. Realmente se trata de una organización para encorsetar el comercio que debería hacer gritar a todo defensor del libre comercio. Pero hasta la Ronda de Doha, las condiciones estaban del lado de los países ricos, del G7, mientras que ahora, la Ronda de Doha está dejando clara la resistencia de los países emergentes. En todo caso, y como la mayoría de organizaciones internacionales, sirve para encorsetar dentro de unas normas de actuación global a los países miembros, normas normalmente creadas por los países importantes. Rusia cuenta con materias primas de demanda rígida a nivel mundial y por lo tanto no necesita de normas comerciales de marco regulatorio para mantener su asombroso superavit comercial (en estos momentos el mayor del mundo). Aparte de la recuperación de la capacidad para producir productos de alta tecnología y calidad. Rusia dispone de una cuota importante en el desarrollo de nanotecnologías, en el sector aeronático, en el aeroespacial, en maquinaría pesada, reactores nucleares... Las faltas habituales y tradicionales en bienes de consumo pueden ser superadas en los próximos años con la masiva entrada de inversiones en el sector del automóvil por parte de empresas japonesas y asiáticas. El cambio climático favorece ampliamente a Rusia en la producción agropecuaria, y las referencias de capacidad de comercio mundial se mantienen por medio de marcos regulatorios temporales y bilaterales que presentan las mejores opciones para el país sin encorsetarse en tratados más amplios. A todo ello, Rusia puede optar por rechazar monedas de pago, como el dólar, si no afecta directamente al comercio con los USA, y puede realizar cambios importantes en los movimientos de capitales y movimientos financieros que tengan que ver con Rusia. Lo peor de no entrar en la OMC sería la posibilidad de falta de homologación para países de la UE o de USA en determinados productos pero eso depende de las necesidades de mercado de cada cual y permitiría una especie de medida proteccionista para la propia industria rusa lo cual en mitad de una crisis global no es nada conveniente para el dólar.

En definitiva, de todas las medidas expuestas hasta ahora, las ventajas para Rusia son mayores que los problemas y podría ocasionar respuestas idénticas que podrían sumar otras respuestas internacionales que supondrían un problema para la frágil economía del dólar. Consecuentemente, los políticos europeos están paranoicos y por lo tanto es necesario una evaluación mental a cada uno de ellos.

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